domingo, 17 de febrero de 2008

EL GRAN LUGAR

Dónde morir

Se trata de un problema de reciente aparición. Hasta hace 40-50 años no se moría en los hospitales y la población tendía a mantener a los pacientes en el hogar. El gran desarrollo de la medicina hospitalaria y la tecnificación son los factores que han determinado este problema. Ya se han mencionado las cuestiones que plantean en el terreno ético los avances tecnológicos y el derecho que asiste al anciano a poder renunciar a algunas de sus "ventajas". La muerte en el propio domicilio, con preferencia a la que se produce en la institución, sea ésta hospitalaria o no, se asocia habitualmente a un menor riesgo de agresión médica para el anciano moribundo y también a una mayor posibilidad de despedirse de este mundo en el mismo entorno en el que se ha vivido, aunque últimamente existe cierta controversia.

Aunque del 50 por ciento al 70 por ciento de los pacientes afectados por cáncer terminal, según diversos estudios previos, prefieren fallecer en su domicilio existe una tendencia hacia la hospitalización previa en muchos países. Ningún estudio ha intentado analizar los cambios del lugar de fallecimiento. Los autores del artículo han intentado analizar las tendencias en diez años, regionales dentro de Inglaterra, del lugar del fallecimiento de pacientes afectos por cáncer, según su diagnóstico. Se registraron los datos del lugar de fallecimiento y las características de los certificados de defunción para todas las muertes de cáncer entre los años 1985-94, analizando la tendencia a un lugar determinado y según el tipo de neoplasia. La muestras analizadas consistieron en 1.3 millones de certificados de defunción por cáncer durante 10 años. La media de esperanza de vida aumentó de 69.9 años en 1985, a 71.3 años en 1994. El porcentaje de pacientes que falleció dentro de los grandes hospitales o en hospitales de cuidados mínimos del Servicio de Salud Nacional varió del 58 por ciento (1985) al 47.3 por ciento (1994), mientras el porcentaje de pacientes que falleció en otras instituciones se incrementó. El porcentaje que falleció en su casa disminuyó levemente entre 1985 y 1992 de un 27 por ciento a un 25.5 por ciento y, desde entonces, aumentó ligeramente hasta el 26.5 por ciento en 1994. El porcentaje de fallecimientos en su propia casa era más bajo en las dos regiones de Thames (menos de 25 por ciento) y más alto en el Midlands Oriental, Anglia y Oxford (más de 29 por ciento). Estos diferenciales se mantuvieron en todos los grupos de edad y de diagnóstico. Las personas más ancianas y las mujeres tenían más probabilidad de fallecer en su casa que las personas más jóvenes y de sexo masculino. Se encontraron tendencias significativas que mostraron un incremento en los fallecimientos en el hogar en dos regiones: Thames norte y Thames Sur. Los pacientes con cáncer del pulmón, colorrectal, aparato respiratorio, hueso o tejido conjuntivo, labio, cavidad oral y faringe tendían a fallecer en su casa (más de 29 por ciento en 1994), a diferencia de los pacientes con cáncer de mama (25 por ciento en 1994), linfático o hematológico (16 por ciento en 1994). El estudio concluye que la tendencia hacia un aumento de los fallecimientos británicos en el hogar por cáncer parece haberse detenido, aunque esto varía según las regiones. Esto tiene implicaciones para los servicios de atención primaria. Aunque el hospital todavía es el lugar más común de fallecimiento por cáncer, el porcentaje de pacientes oncológicos que fenecen en hospital está reduciéndose, aumentando la tendencia a fallecer en centros no estatales.

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